Si tienes un problema de convivencia con tu perro, acéptalo y bendícelo, porque es una oportunidad que te está dando para aprender algo nuevo y poder avanzar en la comprensión del mundo animal y de la ley de la naturaleza.

Tu perro no es un cabezota, ni es agresivo, ni es miedoso... tan solo necesita que lo comprendas y le ayudes a salir de ese estado emocional. La solución está en tí. Así lo ve también la persona que más perros ha podido rehabilitar, César Millán, cuando dice: "Si el humano no se transforma, el perro no cambia" o como también dijo un gran escritor norteamericano, Eduard Hoagland: “Para disfrutar en verdad de un perro, no se debe tratar de entrenarlo para que sea semihumano. El punto es abrirse uno a la posibilidad de ser más perro”

Así pues, tan solo es cuestión de aprender su lenguaje y sus necesidades para poder ayudar a nuestro perro a que encuentre su equilibrio emocional junto a nosotros. Un perro que no está equilibrado y en armonía no necesita ser adiestrado, sino que tan solo es una manifestación de una emoción bloqueada.

Detrás de ese comportamiento inadecuado existe una necesidad no satisfecha que genera una emoción y esa emoción lleva al perro a una conducta determinada.